C on el burro de cabestro, la mujer recién parida, y su pequeño predestinado, arribó a la Plaza Mayor. La ira del infant...

ASEDIO - Cuento de navidad

     


     Con el burro de cabestro, la mujer recién parida, y su pequeño predestinado, arribó a la Plaza Mayor. La ira del infanticida y la espada de fuego que los había hostigado por su travesía por el desierto eran ya un pálido recuerdo y, al parecer, por fin podrían descansar.
     La estatua del Libertador, el banco de piedra y la brisa fresca lo hicieron sentir bien y ya se disponía a desmontar a su esposa y al niño, cuando vio la bandada de palomas que se precipitaba sobre ellos, blancas y bellas, iguales al transfigurado espíritu de luz que antaño usurpara su lecho matrimonial y, presintiendo nuevas desgracias, huyó del lugar.

Carlos Castillo Quintero



0 comentarios: