AB IMO PECTORE / ANTOLOGÍA PERSONAL (Caza de Libros Editores, 2010) Obra de  Viktor Lyapkalo , ( Rusia,1956)  Poemas de "...

AB IMO PECTORE - Poemas de Carlos Castillo Quintero

AB IMO PECTORE / ANTOLOGÍA PERSONAL
(Caza de Libros Editores, 2010)

Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956) 


Poemas de "Sin el azul del día"
(Premio CEAB 2007. Editado por Secretaría de Cultura de Boyacá en 2008)

CLASE DE ARTE
Wassily deambula por una Ciudad árabe
con un turbante púrpura va, y en su mochila lleva tubos ocre
que retienen la piel de una tunecina.

El cielo negro se tiende sobre la torre, el faro, y los ojos de Wassily:

La torre se erige (aclara su ascendencia babélica) y se pierde
más arriba de la nube que la ronda como una oveja.

El faro ignora a su sombra que se pliega en los techos.

Y los ojos de Wassily son una línea, un rayo blanco, una yegua
que gime entre conos, círculos, dameros...
           
Wassily salta de tus labios y sale por la ventana,
       cae,
se sienta en una silla (el ceño fruncido) y se pone a dibujar la
Plaza de San Francisco en una libreta roja.

Wassily está triste porque yo no he visto su Ciudad árabe
la fuente en donde se presiente un jardín
el embozado que trama un crimen
el coche con los ojos de la favorita del Sultán
el oro del comerciante del zoco
y la sombra del profeta... Wassily sabe que
sólo he visto tus labios de muñequita que sabe de Wassily.


INSOMNIO
...amor al fin sin alba.
F. García Lorca
 Sobre la cúpula de la Catedral
y los edificios
y los techos bajos
de una ciudad deshabitada,
cae la lluvia:
rendida a la noche baja
se desliza,
dentro de mi cabeza
se mezcla con tu nombre.
Y lluvia y nombre
son una sola melodía
que de mi pecho brota, sube,
rumor de agua
sobre los techos bajos
y los edificios
y la cúpula de la Catedral
de esta ciudad deshabitada
en donde la lluvia cae,
durante toda la noche...

PESADILLA
Quizá antes del alba
tropieces con tu límite
y tus ojos,
náufragos de luz,
abandonen al medroso
animal nocturno
mientras inocente de ti
al otro extremo de la sombra
el mar se rompe.

Quizá
antes que tu cabellera
se precipite
te hagas inalcanzable
para la noche,
y mi mano abierta
se resigne
a la bruma salada
que no sabe de tu nombre.

* * *

Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956) 

Poemas de "Estación nocturna"
(Premio Universidad Metropolitana de Barranquilla 2002 - Inédito)


SAGA DE LOS AMANTES
Para que en inmortales los convierta el cielo mentido.
Jorge Gaitán Durán

I
Se entregan y olvidan
―los amantes―
que ella aguarda.
Mira los cuerpos
y suave los palpa,
por la habitación camina
recoge el desorden de ropas
las modela y sonríe
mientras escucha
promesas de amor eterno,
respira en el  hombro
de los que se aman
y olvidan
que se impacienta
la paciente muerte.


II
Cruzan la noche
guiados por el rastro
de la serpiente.
Deshacen
la falleba de sombra
y franquean el umbral
al paraíso.


III
Las pieles
enardecieron el apetito
de dioses imberbes
que acudieron.
Pero el amor, fortalecido,
les hizo huir
por la noche lluviosa
y sin faros.


IV
Cuando la medianoche
permite que el alba se aproxime.
En su corazón
el amante oye una voz
oscuro presagio
que al amor condena.

Entonces
a pesar del alba
a pesar de la fatiga
busca al amado
a su tibia piel entredormida
y prosigue
la ronda nocturna.


V
El amado
contendor que ignora
el arma que usa,
ve con asombro
el rostro fatal, herido,
del amante que lo mira.

Perdido duelo, irremediable,
el del amado.


VI
Tu cuerpo,
morada segura
hasta el alba.
Final del tedio,
de la fiesta
de duendes.


VII
Allí, en el pecho,
―el olvido―
igual que el amor
habitando lo suyo.
Leal a su conjuro.


VIII
Te vi llorar
no por el amor que moría a tus pies,
no por lo perdido
sino porque ya no quedaba nada
para destruir.


IX
Rosa ebria,
enemigo temible
―este amor―
que me hizo olvidar
tu condición natural
de ave migratoria.


X
En la agonía final
el amante
no siente el último
el único
beso del amado,
pero escucha su llanto
y sonríe,
imperceptible.


XI
Dejándolo tendido,
con el puñal aún en el pecho,
la amada huye bajo la noche lluviosa.

Mezclada con la lluvia
la sangre del amante huye también
va al río
y allí, cuando la amada lava su culpa,
la seduce.


XII
Guerrero inútil
el amante,
mosca postrada
en el ínfimo rastro de leche.


XIII
Acosada
por la nostalgia
una lágrima
anónima
minúscula
rodaba.


XIV
Piel en el lecho,
filo de acero olvidado
―este deseo―
resabio
que de ti me queda.


XV
Mi mano que no sabe quién
que no sabe dónde.
Mi cansada mano
que en la noche llama
a ver
si tu corazón le abre.


XVI
Mi deseo,
toro de lidia que se aleja
sin rastro de sangre en el lomo.


XVII
Reino de sombras,
―tu cuerpo―
donde náufrago de ti,
hallo consuelo.


XVIII
Tu piel,
estrella en fuga
más antigua que mi nostalgia.
Noche que se rompe
contra los acantilados,
ofrenda delicada
a un dios ajeno.

XIX
Navío encallado en mi alma
prepárate a partir
a regresar
cuando el amor sea vida de nuevo.



ESTACION NOCTURNA
Bajo la luz titilante de una estrella moribunda.
T. S. Eliot

1
La noche es una fiera.
Escondido tras los lentes oscuros
quiero evitar el fuego que surten
las faldas de las mujeres,
la del lunar, sonríe, es casi una niña
terrible, voluptuosa
transita por la calle perfumada.
¿A dónde vas?
A ninguna parte.
Y a pesar de la ducha fría,
la carne no olvida.


2
Una morena de senos enormes
juega a lanzar un niño al aire,
una y otra vez,
hasta que no vuelve a bajar.
El hombre vestido de torero, espera,
“No significa nada si no tiene swing”
dice, y el niño sube más y más.


3
Atrás, la iglesia cerrada
donde el sacristán oficia con vino puro
que toma del extraviado
recostado en su lecho.
Pájaro remoto sorprendido por el vacío
cuando aún no rebrotaban
sus alas.


4
Tras la puerta la imagen de un santo llora,
la música atrapa su llanto
y se lo lleva con el resto de sombra.


5
Perder un reino, dejarlo,
cambiar de ritmo,
olvidar tu fotografía en el muro
con un alfiler en el pecho, desnudo,
atravesado como por descuido.


6
Me abandono en la estación nocturna
con una mujer que ríe,
bebe de mi soledad y ya ebria
me muestra una cicatriz en el muslo
recuerdo de un capitán de navío
al que todavía espera...
Se tiende
y sus ojos reflejan la luna roja,
“Venga”, dice 
me dejo tragar por su cuerpo de ballena
y pienso:
Qué más da otro poco de abismo
cuando de ti
nada me queda.

* * *

Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956) 

Poemas de "Rosa fragmentada"
(Ediciones CEMPRED, Cámara de Comercio, Duitama 1985)


ULTERIORES EXPLICACIONES

Te escribo
para dejarte ver que no te vas,
no así de fácil.

Pues no basta
Con recoger la piel y partir,
No es suficiente
Acomodar abismos
Cuando todavía queda el riesgo
De un verso, una palabra que no te deje ir,
Que te ponga en letras de molde
Y no te deje mover
Para que quedes atrapada
En tu desamor.
Una palabra escrita
que quizá pueda más que el amor mismo
que no supo retenerte.
Te escribo, como trampa de ermitaño
Que le pone nombre a cada sombra
Para conversar con la ausencia,
Como con alguien conocido.


UNO

Para merecerte caminé al extremo de luz
Evitando en la piel
Las señales del llanto.

Para tu aroma
Dispuse mi íntimo jardín,
Dejando a la noche
Sin la mirada que seguía su ritmo.

Y me queda la sospecha
De haber aprendido los pasos de tu danza
Y la habilidad en los labios
Para retenerte.

Porque duele tu piel completa en la mía
Y la sangre se detiene
Ante el cristal húmedo
De esta vida que se rompe.


TRES
                        El alma es alumna de la carne.
                                               Margarite Yourcenar
Piel abismo
que permitió la rotura de la rosa.
Besos dejando fuego
en el centro de un amor de hielo.

Distancia mortal
que separó tus muslos
llenándolos de sombra ardiente.
Grito de animal feroz
devorando
la presa que corresponde.


SEIS

Vida que hieres,
deshecha sombra que muere hacia dentro
para conservar en la sangre
el color del rostro amado.

Vida que insistes
en desconocer el abismo.
Corazón fragmentado
pronunciando su nombre.


OCHO

Pero nada más urgente
que este último beso que no se rinde.
La sombra de algo dentro
que hiere por su belleza.

La mano deseando la caricia
tras haber abandonado
el puñal.

Nada tan doloroso
como tu nombre, esperanza
de lo que sé.


NUEVE
Recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo.
Octavio Paz
Del caos hago inventario
para retener la palabra
que puedas necesitar.

Aún deforme, para ti
guardo un corazón
(agua fresca)
por si le fueras
a necesitar.


DIEZ

Te llamo
y suena mi voz como queja de ausente
en quien ya nadie repara.

Regreso al silencio
y te escucho descalza sobre mi cuerpo,
mientras afuera
la lluvia salta como una niña feliz.


TRECE
(Diciembre 20 de 1994)

Noche oscura
en la que te siento reptar,
en la que duele
tu olor a siempreviva.

Herida que deja caer
su filo mortal y delicado
sobre el rostro
que busca
la imposible sorpresa.

                                  
 CATORCE

Mi carne y mi corazón por tu carne abrazados.
                                            Arthur Rimbaud

Sin la luz necesaria a tus labios
ni el tono de voz que corresponde

Sólo con el lenguaje cifrado de tu cuerpo
que brota del aroma de rosa fragmentada.

Sin certeza alguna,
regresa la ruta de tus manos
sobre mi piel,
y el abismo de aferrarme a tus labios,
mientras llueve por dentro.

* * *
Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956) 

Poemas de "Burdelianas"
(Editorial Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – UPTC, 1994)

PREÁMBULO

Agreste, licenciosa, pasas la vida
sin pensar si sueñas
o en realidad gozas las formas de tu noche.

Y eres así:
no más imaginarte para huir
y penetrar la rosa que escondes
en la certeza de tu cuerpo

Agreste, licenciosa, te llamas Ifigenia,
te dicen Emilce.
te dejas decir-coger sin desear ni adornar
nada las cosas,
sin recordar, siquiera la condición de tu cuerpo.

Pasas la vida, usando, apenas un poco,
el reverso luminoso de las horas...
  

BURDELIANA III 

Sobre el lecho,
la desnudez soporta el tatuaje
la huella caliente de manos cumplidoras
consumando oscuros compromisos.

Y dentro,
se va presintiendo el torrente
que lo inunda todo... y no deja de ser placentero
sentirse mojado de hombre,
humildemente entregado
a la locura de tomar aquello que no me pertenece.
  

BURDELIANA IV

Es viernes y espero
Quizá vengas por la calidez de mis muslos
Por mi completa sumisión a tus deseos
por lo que pueda venderte, lo que quieras comprar
No he querido nada con nadie, mientras espero
Hoy quiero todo solamente contigo
Desde temprano estuve haciéndome bello para ti
He decorado nuestra luna, y me he puesto tu sabor a vino
en el comienzo de los labios.
Algunas me miran risueñas porque me ven inquieto,
porque presienten que te quiero...
Y sin embargo estoy tranquilo:
No en vano te he estado haciendo mío.

BURDELIANA XII


1
Caballero mío:
En esta ciudad ayer llovió,
de las montañas comenzaron a bajar barquitos de papel
montados sobre la lluvia.

Estuve pendiente por si veía tu bandera de pirata.
Ninguno naufragó
Tuve que reconocer
Que no habían sido construidos por tus manos.


2
Hasta mis gastadas sábanas llegan noticias:
Dime, es cierto ese rumor que se expande en la noche,
que te has ido, que no recuerdas mi nombre ni mis labios,
que ya no juegas con la lluvia...
y que te cortaste la barba.

En esta ciudad ayer llovió, y como siempre
Fui a las montañas y envié barquitos de piel
a tu encuentro:
todos naufragaron sin la bondad de tus lágrimas.

BURDELIANA XIII 

A, Gustav Von Aschenbach
1
Arribaste pronto
Para la agilidad de los ojos y la piel.
Sentí tu enorme presencia poseyéndome,
intimidando mi cuerpo con palabras-sabores-palabras
que me recorrieron hasta hacerme tuyo.
Llegaste cuando apenas comenzaba mi sol interior
y te recibí confundido y noble, como un perro
ante el pan nuevo que le ofrece un nuevo amo.


2
Me gustabas ensimismado sobre la playa de mi cuerpo
y solo,
resueltamente solo en tu corazón.
Y tus labios besaron la apetecida muerte
mientras deshacía en el mar mi cuerpo de rapaz
y penetraba el cercano rumor de las olas.

BURDELIANA XVIII


Cadenas para sentir
Mientras me consumes, ebrio,
Nervioso por la exactitud de los cuerpos.

Cadenas en los labios
Para evitar la torpeza de ofenderme
Por la simplicidad de tu miedo,
tu pudorosa sensación
de que mi cuerpo pueda causarte daño.

BURDELIANA XIX

Salvo mi corazón, todo está bien.
Eduardo Carranza
Vivo noches,
compartiendo con obtusos contendores
sin evitar el rincón oscuro que siempre he temido:
la atrocidad de los cuerpos
deformados por el alcohol o la risa.

Vivo, perteneciendo a quien recoja mis labios
o pague alguna cuenta de las que corresponden
o, simplemente, me sonría de esa forma que sé
y no puedo resistir.
Te repito que vivo,
para que no vayas a pensar,
que este recorrer de calles y de camas,
este esfuerzo por presentarme siempre bello...
para que no vayas a pensar, que esta soledad,
no puede parecerte vida.


* * *
Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956) 

Poemas de "Piel de recuerdo"
(Ediciones Maldoror, Tunja 1989)

I
Primero
Apenas una  hebra de piel
que se estremece
ante la sensación de roce,
de mirada
o de noche compartida...
Dos cuerpos en la calle
y el deseo que llega
¡y atrapa!

Después
solamente la necesidad
de pertenecernos,
de saber los sabores
de cada cuerpo
cada señal...
roces de pieles,
manos aprehenden manos...
Solamente
nuestra mirada
sosteniendo toda la tierra.


II
Los sonidos se recortaron sobre la noche
cayendo de tu boca
para forjar un muro entre nuestros labios.

El instante temeroso dejó caer las palabras
y sobre mis manos
y mis ojos, vi la muerte correr
eco sonoro
de nuestro sueño
que terminó de un solo tajo.


III
Tal vez nuestro amor
No era más
que otro requisito para el olvido.
Sin embargo,
aún siento la rosa de hielo
que se deshizo en nuestras manos.


IV
Seguramente
cuando comencé a recordarte
aún no habías partido.
Tal vez son cosas de la tristeza.
Eso pienso
mientras  te veo tejiendo
un poco más allá de mi soledad.


V
Después de tu partida
comencé a contar el tiempo
en horas de tristeza
y horas de sueño.
Es para decirte
que desde aquella noche
ya no duermo.


VI
Mis pisadas que rondan por la casa
no encuentran la forma de tus huellas
y en silencio regresan a la cama
rendidas de vacío.


VII
Estás ahí,
aquí dentro, insistente
insistente.


VIII
Ocupar una habitación entre dos,
hacer propios los maltratos
de las paredes, la quietud
de los rincones.
Entregar la vida juntos.
En la noche saber encontrar tus ojos
a pesar de la sombra;
conocer también
el espacio de la mano y hallarlo.
sentir la piel, apenas
con la evocación de tu cuerpo,
sin la necesidad del roce.
Es, tal vez por estas cosas...
que no resisto
la forma vacía de tu porción de lecho.


IX
Abrir el rostro casi sincero
para otro día,
rozar las escaleras rumbo a la calle,
a la lluvia tenue sobre el abrigo,
sobre la sonrisa
la de los “buenos días” dichos con
costumbre.
Dejar caer la mañana sobre la tarde,
a la tarde sobre la noche...
rozar las escaleras, en penumbra
tenderse desnudo, arropado con la
soledad del cuarto.
Cerrar el rostro, y otra vez
como siempre
seguir en sueños recordándote.


X
Me entregaste cosas innecesarias
el amor, por ejemplo.
Pero al menos me entendiste
hallaste mi espera
y aquel inmenso vacío
que portaba sobre mi cuerpo
Después partiste.  Yo lo sabía
siempre presentí las alas debajo
de tus hombros.
Vuelve cuando quieras
recoge tu amor
y a éste hombre que también
es tuyo
¡ah! ... se te olvidó la piel
sobre la sábana.


XI
Sabía que terminaría contándotelo
antes del final de la noche.
A pesar de tu silencio,
de la mirada fría que pones
sobre mi rostro.

Además...
sé que te resulta evidente mi tristeza.

Hasta aquí,
casi todo estaba dicho
menos mi odio
que también cabe en tu recuerdo.


XII
Realmente hay cosas extrañas
Yo, por ejemplo.
Estoy aquí... amándote
y no sé por qué.

Sin embargo,
cuando miro un poco más allá
de tu olvido
te encuentro amándome.

¡Ah! tú también estas triste.
Realmente hay cosas extrañas.


XIII
A pesar de todo, siempre
cuando regreso de ti,
deseo más de ti,
así sea otro poco de olvido.

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