AB IMO PECTORE / ANTOLOGÍA PERSONAL
(Caza de Libros Editores, 2010)
Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956)
Poemas de "Sin el azul del día"
(Premio CEAB
2007. Editado por Secretaría de Cultura de Boyacá en 2008)
CLASE DE ARTE
Wassily deambula
por una Ciudad árabe
con un turbante
púrpura va, y en su mochila lleva tubos ocre
que retienen la
piel de una tunecina.
El
cielo negro se tiende sobre la torre, el faro, y los ojos de Wassily:
La torre se erige
(aclara su ascendencia babélica) y se pierde
más arriba de la
nube que la ronda como una oveja.
El faro ignora a su
sombra que se pliega en los techos.
Y los ojos de
Wassily son una línea, un rayo blanco, una yegua
que gime entre
conos, círculos, dameros...
Wassily
salta de tus labios y sale por la ventana,
cae,
se sienta en una
silla (el ceño fruncido) y se pone a dibujar la
Plaza de San
Francisco en una libreta roja.
Wassily
está triste porque yo no he visto su Ciudad árabe
la fuente en donde se presiente un jardín
el embozado que trama un crimen
el coche con los ojos de la favorita del Sultán
el oro del comerciante del zoco
y la sombra del profeta... Wassily sabe que
sólo he visto tus labios de muñequita que sabe
de Wassily.
INSOMNIO
...amor
al fin sin alba.
F.
García Lorca
Sobre la cúpula de la Catedral
y los edificios
y los techos bajos
de una ciudad deshabitada,
cae la lluvia:
rendida a la noche baja
se desliza,
dentro de mi cabeza
se mezcla con tu nombre.
Y lluvia y nombre
son una sola melodía
que de mi pecho brota, sube,
rumor de agua
sobre los techos bajos
y los edificios
y la cúpula de la Catedral
de esta ciudad deshabitada
en donde la lluvia cae,
durante toda la noche...
PESADILLA
Quizá antes del alba
tropieces con tu límite
y tus ojos,
náufragos de luz,
abandonen al medroso
animal nocturno
mientras inocente de ti
al otro extremo de la sombra
el mar se rompe.
Quizá
antes que tu cabellera
se
precipite
te hagas inalcanzable
para la noche,
y mi mano abierta
se resigne
a la bruma salada
que no sabe de tu nombre.
* * *
Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956)
Poemas de "Estación nocturna"
(Premio Universidad Metropolitana de Barranquilla
2002 - Inédito)
SAGA DE LOS AMANTES
Para que en
inmortales los convierta el cielo mentido.
Jorge
Gaitán Durán
I
Se entregan y olvidan
―los amantes―
que ella aguarda.
Mira los cuerpos
y suave los palpa,
por la habitación camina
recoge el desorden de ropas
las modela y sonríe
mientras escucha
promesas de amor eterno,
respira en el
hombro
de los que se aman
y olvidan
que se impacienta
la paciente muerte.
II
Cruzan la noche
guiados por el
rastro
de la serpiente.
Deshacen
la falleba de
sombra
y franquean el
umbral
al paraíso.
III
Las pieles
enardecieron el
apetito
de dioses imberbes
que acudieron.
Pero el amor,
fortalecido,
les hizo huir
por la noche
lluviosa
y sin faros.
IV
Cuando la medianoche
permite que el alba se aproxime.
En su corazón
el amante oye una voz
oscuro presagio
que al amor condena.
Entonces
a pesar del alba
a pesar de la fatiga
busca al amado
a su tibia piel entredormida
y prosigue
la ronda nocturna.
V
El amado
contendor que ignora
el arma que usa,
ve con asombro
el rostro fatal, herido,
del amante que lo mira.
Perdido duelo, irremediable,
el del amado.
VI
Tu cuerpo,
morada segura
hasta el alba.
Final del tedio,
de la fiesta
de duendes.
VII
Allí, en el pecho,
―el olvido―
igual que el amor
habitando lo suyo.
Leal a su conjuro.
VIII
Te vi llorar
no por el amor que moría a tus pies,
no por lo perdido
sino porque ya no quedaba nada
para destruir.
IX
Rosa ebria,
enemigo temible
―este amor―
que me hizo olvidar
tu condición
natural
de ave migratoria.
X
En la agonía final
el amante
no siente el último
―el único―
beso del amado,
pero escucha su llanto
y sonríe,
imperceptible.
XI
Dejándolo tendido,
con el puñal aún en el pecho,
la amada huye bajo la noche lluviosa.
Mezclada con la lluvia
la sangre del amante huye también
va al río
y allí, cuando la amada lava su culpa,
la seduce.
XII
Guerrero inútil
el amante,
mosca postrada
en el ínfimo rastro de leche.
XIII
Acosada
por la nostalgia
una lágrima
anónima
minúscula
rodaba.
XIV
Piel en el lecho,
filo de acero
olvidado
―este deseo―
resabio
que de ti me queda.
XV
Mi mano que no sabe
quién
que no sabe dónde.
Mi cansada mano
que en la noche
llama
a ver
si tu corazón le
abre.
XVI
Mi deseo,
toro de lidia que
se aleja
sin rastro de
sangre en el lomo.
XVII
Reino de sombras,
―tu cuerpo―
donde náufrago de
ti,
hallo consuelo.
XVIII
Tu piel,
estrella en fuga
más antigua que mi
nostalgia.
Noche que se rompe
contra los
acantilados,
ofrenda delicada
a un dios ajeno.
XIX
Navío encallado en mi alma
prepárate a partir
a regresar
cuando el amor sea
vida de nuevo.
ESTACION
NOCTURNA
Bajo la luz
titilante de una estrella moribunda.
T. S. Eliot
1
La noche es
una fiera.
Escondido tras los lentes oscuros
quiero evitar el fuego que surten
las faldas de las mujeres,
la del lunar, sonríe, es casi una niña
terrible, voluptuosa
transita por la calle perfumada.
―¿A dónde vas?
―A ninguna parte.
Y a pesar de la ducha fría,
la carne no olvida.
2
Una morena de senos enormes
juega a lanzar un niño al aire,
una y otra vez,
hasta que no vuelve a bajar.
El hombre vestido de torero, espera,
“No significa nada si no tiene swing”
dice, y el niño sube más y más.
3
Atrás, la iglesia cerrada
donde el sacristán oficia con vino puro
que toma del extraviado
recostado en su lecho.
Pájaro remoto sorprendido por el vacío
cuando aún no rebrotaban
sus alas.
4
Tras la puerta la imagen de un santo llora,
la música atrapa su llanto
y se lo lleva con el resto de sombra.
5
Perder un reino, dejarlo,
cambiar de ritmo,
olvidar tu fotografía en el muro
con un alfiler en el pecho, desnudo,
atravesado como por descuido.
6
Me abandono en la estación nocturna
con una mujer que ríe,
bebe de mi soledad y ya ebria
me muestra una cicatriz en el muslo
recuerdo de un capitán de navío
al que todavía espera...
Se tiende
y sus ojos reflejan la luna roja,
“Venga”, dice
me dejo tragar por su cuerpo de ballena
y pienso:
Qué más da otro poco de abismo
cuando de ti
nada me queda.
* * *
Obra de Viktor Lyapkalo, (Rusia,1956)
Poemas de "Rosa fragmentada"
(Ediciones CEMPRED, Cámara de Comercio, Duitama 1985)
ULTERIORES EXPLICACIONES
Te escribo
para dejarte ver
que no te vas,
no así de fácil.
Pues no basta
Con recoger la piel
y partir,
No es suficiente
Acomodar abismos
Cuando todavía
queda el riesgo
De un verso, una
palabra que no te deje ir,
Que te ponga en letras
de molde
Y no te deje mover
Para que quedes
atrapada
En tu desamor.
Una palabra escrita
que quizá pueda más
que el amor mismo
que no supo
retenerte.
Te escribo, como
trampa de ermitaño
Que le pone nombre
a cada sombra
Para conversar con
la ausencia,
Como con alguien
conocido.
UNO
Para merecerte
caminé al extremo de luz
Evitando en la piel
Las señales del
llanto.
Para tu aroma
Dispuse mi íntimo
jardín,
Dejando a la noche
Sin la mirada que
seguía su ritmo.
Y me queda la
sospecha
De haber aprendido
los pasos de tu danza
Y la habilidad en
los labios
Para retenerte.
Porque duele tu
piel completa en la mía
Y la sangre se
detiene
Ante el cristal
húmedo
De esta vida que se
rompe.
TRES
El
alma es alumna de la carne.
Margarite Yourcenar
Piel abismo
que permitió la
rotura de la rosa.
Besos dejando fuego
en el centro de un
amor de hielo.
Distancia mortal
que separó tus
muslos
llenándolos de
sombra ardiente.
Grito de animal
feroz
devorando
la presa que corresponde.
SEIS
Vida que hieres,
deshecha sombra que
muere hacia dentro
para conservar en
la sangre
el color del rostro
amado.
Vida que insistes
en desconocer el
abismo.
Corazón fragmentado
pronunciando su
nombre.
OCHO
Pero nada más
urgente
que este último
beso que no se rinde.
La sombra de algo
dentro
que hiere por su
belleza.
La mano deseando la
caricia
tras haber
abandonado
el puñal.
Nada tan doloroso
como tu nombre,
esperanza
de lo que sé.
NUEVE
Recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo.
Octavio Paz
Del caos hago
inventario
para retener la
palabra
que puedas
necesitar.
Aún deforme, para
ti
guardo un corazón
(agua fresca)
por si le fueras
a necesitar.
DIEZ
Te llamo
y suena mi voz como
queja de ausente
en quien ya nadie
repara.
Regreso al silencio
y te escucho
descalza sobre mi cuerpo,
mientras afuera
la lluvia salta
como una niña feliz.
TRECE
(Diciembre 20 de 1994)
Noche oscura
en la que te siento
reptar,
en la que duele
tu olor a
siempreviva.
Herida que deja
caer
su filo mortal y
delicado
sobre el rostro
que busca
la imposible
sorpresa.
CATORCE
Mi carne y mi corazón por tu
carne abrazados.
Arthur
Rimbaud
Sin la luz
necesaria a tus labios
ni el tono de voz
que corresponde
Sólo con el
lenguaje cifrado de tu cuerpo
que brota del aroma
de rosa fragmentada.
Sin certeza alguna,
regresa la ruta de
tus manos
sobre mi piel,
y el abismo de
aferrarme a tus labios,
mientras llueve por
dentro.
* * *
Poemas de "Burdelianas"
(Editorial Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – UPTC, 1994)
Poemas de "Burdelianas"
(Editorial Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – UPTC, 1994)
(Editorial Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – UPTC, 1994)
PREÁMBULO
Agreste,
licenciosa, pasas la vida
sin pensar si
sueñas
o en realidad gozas
las formas de tu noche.
Y eres así:
no más imaginarte
para huir
y penetrar la rosa
que escondes
en la certeza de tu
cuerpo
Agreste,
licenciosa, te llamas Ifigenia,
te dicen Emilce.
te dejas
decir-coger sin desear ni adornar
nada las cosas,
sin recordar,
siquiera la condición de tu cuerpo.
Pasas la vida,
usando, apenas un poco,
el reverso luminoso
de las horas...
Agreste,
licenciosa, pasas la vida
sin pensar si
sueñas
o en realidad gozas
las formas de tu noche.
Y eres así:
no más imaginarte
para huir
y penetrar la rosa
que escondes
en la certeza de tu
cuerpo
Agreste,
licenciosa, te llamas Ifigenia,
te dicen Emilce.
te dejas
decir-coger sin desear ni adornar
nada las cosas,
sin recordar,
siquiera la condición de tu cuerpo.
Pasas la vida,
usando, apenas un poco,
el reverso luminoso
de las horas...
BURDELIANA III
Sobre el lecho,
la desnudez soporta
el tatuaje
la huella caliente
de manos cumplidoras
consumando oscuros
compromisos.
Y dentro,
se va presintiendo
el torrente
que lo inunda
todo... y no deja de ser placentero
sentirse mojado de
hombre,
humildemente
entregado
a la locura de
tomar aquello que no me pertenece.
Sobre el lecho,
la desnudez soporta
el tatuaje
la huella caliente
de manos cumplidoras
consumando oscuros
compromisos.
Y dentro,
se va presintiendo
el torrente
que lo inunda
todo... y no deja de ser placentero
sentirse mojado de
hombre,
humildemente
entregado
a la locura de
tomar aquello que no me pertenece.
BURDELIANA IV
Es viernes y espero
Quizá vengas por la
calidez de mis muslos
Por mi completa
sumisión a tus deseos
por lo que pueda
venderte, lo que quieras comprar
No he querido nada
con nadie, mientras espero
Hoy quiero todo
solamente contigo
Desde temprano
estuve haciéndome bello para ti
He decorado nuestra
luna, y me he puesto tu sabor a vino
en el comienzo de
los labios.
Algunas me miran
risueñas porque me ven inquieto,
porque presienten
que te quiero...
Y sin embargo estoy
tranquilo:
No en vano te he
estado haciendo mío.
Es viernes y espero
Quizá vengas por la calidez de mis muslos
Quizá vengas por la calidez de mis muslos
Por mi completa
sumisión a tus deseos
por lo que pueda
venderte, lo que quieras comprar
No he querido nada
con nadie, mientras espero
Hoy quiero todo
solamente contigo
Desde temprano
estuve haciéndome bello para ti
He decorado nuestra
luna, y me he puesto tu sabor a vino
en el comienzo de
los labios.
Algunas me miran
risueñas porque me ven inquieto,
porque presienten
que te quiero...
Y sin embargo estoy
tranquilo:
No en vano te he
estado haciendo mío.
BURDELIANA XII
1
Caballero mío:
En esta ciudad ayer
llovió,
de las montañas
comenzaron a bajar barquitos de papel
montados sobre la
lluvia.
Estuve pendiente
por si veía tu bandera de pirata.
Ninguno naufragó
Tuve que reconocer
Que no habían sido
construidos por tus manos.
2
Hasta mis gastadas
sábanas llegan noticias:
Dime, es cierto ese
rumor que se expande en la noche,
que te has ido, que
no recuerdas mi nombre ni mis labios,
que ya no juegas
con la lluvia...
y que te cortaste
la barba.
En esta ciudad ayer
llovió, y como siempre
Fui a las montañas
y envié barquitos de piel
a tu encuentro:
todos naufragaron
sin la bondad de tus lágrimas.
1
Caballero mío:
En esta ciudad ayer
llovió,
de las montañas
comenzaron a bajar barquitos de papel
montados sobre la
lluvia.
Estuve pendiente
por si veía tu bandera de pirata.
Ninguno naufragó
Tuve que reconocer
Que no habían sido
construidos por tus manos.
2
Hasta mis gastadas
sábanas llegan noticias:
Dime, es cierto ese
rumor que se expande en la noche,
que te has ido, que
no recuerdas mi nombre ni mis labios,
que ya no juegas
con la lluvia...
y que te cortaste
la barba.
En esta ciudad ayer
llovió, y como siempre
Fui a las montañas
y envié barquitos de piel
a tu encuentro:
todos naufragaron
sin la bondad de tus lágrimas.
BURDELIANA XIII
A, Gustav Von Aschenbach
1
Arribaste pronto
Para la agilidad de
los ojos y la piel.
Sentí tu enorme
presencia poseyéndome,
intimidando mi
cuerpo con palabras-sabores-palabras
que me recorrieron
hasta hacerme tuyo.
Llegaste cuando
apenas comenzaba mi sol interior
y te recibí
confundido y noble, como un perro
ante el pan nuevo
que le ofrece un nuevo amo.
2
Me gustabas
ensimismado sobre la playa de mi cuerpo
y solo,
resueltamente solo
en tu corazón.
Y tus labios
besaron la apetecida muerte
mientras deshacía
en el mar mi cuerpo de rapaz
y penetraba el
cercano rumor de las olas.
A, Gustav Von Aschenbach
1
Arribaste pronto
Para la agilidad de
los ojos y la piel.
Sentí tu enorme
presencia poseyéndome,
intimidando mi
cuerpo con palabras-sabores-palabras
que me recorrieron
hasta hacerme tuyo.
Llegaste cuando
apenas comenzaba mi sol interior
y te recibí
confundido y noble, como un perro
ante el pan nuevo
que le ofrece un nuevo amo.
2
Me gustabas
ensimismado sobre la playa de mi cuerpo
y solo,
resueltamente solo
en tu corazón.
Y tus labios
besaron la apetecida muerte
mientras deshacía
en el mar mi cuerpo de rapaz
y penetraba el
cercano rumor de las olas.
BURDELIANA XVIII
Cadenas para sentir
Mientras me
consumes, ebrio,
Nervioso por la
exactitud de los cuerpos.
Cadenas en los
labios
Para evitar la
torpeza de ofenderme
Por la simplicidad
de tu miedo,
tu pudorosa
sensación
de que mi cuerpo
pueda causarte daño.
Cadenas para sentir
Mientras me
consumes, ebrio,
Nervioso por la
exactitud de los cuerpos.
Cadenas en los
labios
Para evitar la
torpeza de ofenderme
Por la simplicidad
de tu miedo,
tu pudorosa
sensación
de que mi cuerpo
pueda causarte daño.
BURDELIANA XIX
Salvo mi corazón, todo está bien.
Eduardo Carranza
Vivo noches,
compartiendo con
obtusos contendores
sin evitar el
rincón oscuro que siempre he temido:
la atrocidad de los
cuerpos
deformados por el
alcohol o la risa.
Vivo, perteneciendo
a quien recoja mis labios
o pague alguna
cuenta de las que corresponden
o, simplemente, me
sonría de esa forma que sé
y no puedo
resistir.
Te repito que vivo,
para que no vayas a
pensar,
que este recorrer
de calles y de camas,
este esfuerzo por
presentarme siempre bello...
para que no vayas a
pensar, que esta soledad,
no puede parecerte
vida.
Salvo mi corazón, todo está bien.
Eduardo Carranza
Vivo noches,
compartiendo con
obtusos contendores
sin evitar el
rincón oscuro que siempre he temido:
la atrocidad de los
cuerpos
deformados por el
alcohol o la risa.
Vivo, perteneciendo
a quien recoja mis labios
o pague alguna
cuenta de las que corresponden
o, simplemente, me
sonría de esa forma que sé
y no puedo
resistir.
Te repito que vivo,
para que no vayas a
pensar,
que este recorrer
de calles y de camas,
este esfuerzo por
presentarme siempre bello...
para que no vayas a
pensar, que esta soledad,
no puede parecerte
vida.
* * *
Poemas de "Piel de recuerdo"
(Ediciones Maldoror, Tunja 1989)
Poemas de "Piel de recuerdo"
(Ediciones Maldoror, Tunja 1989)
I
Primero
Apenas una hebra de piel
que se estremece
ante la sensación
de roce,
de mirada
o de noche
compartida...
Dos cuerpos en la
calle
y el deseo que
llega
¡y atrapa!
Después
solamente la
necesidad
de pertenecernos,
de saber los
sabores
de cada cuerpo
cada señal...
roces de pieles,
manos aprehenden
manos...
Solamente
nuestra mirada
sosteniendo toda la
tierra.
II
Los sonidos se
recortaron sobre la noche
cayendo de tu boca
para forjar un muro
entre nuestros labios.
El instante
temeroso dejó caer las palabras
y sobre mis manos
y mis ojos, vi la
muerte correr
eco sonoro
de nuestro sueño
que terminó de un
solo tajo.
III
Tal vez nuestro
amor
No era más
que otro requisito
para el olvido.
Sin embargo,
aún siento la rosa
de hielo
que se deshizo en
nuestras manos.
IV
Seguramente
cuando comencé a
recordarte
aún no habías
partido.
Tal vez son cosas
de la tristeza.
Eso pienso
mientras te veo tejiendo
un poco más allá de
mi soledad.
V
Después de tu
partida
comencé a contar el
tiempo
en horas de
tristeza
y horas de sueño.
Es para decirte
que desde aquella
noche
ya no duermo.
VI
Mis pisadas que
rondan por la casa
no encuentran la
forma de tus huellas
y en silencio
regresan a la cama
rendidas de vacío.
VII
Estás ahí,
aquí dentro,
insistente
insistente.
VIII
Ocupar una
habitación entre dos,
hacer propios los
maltratos
de las paredes, la
quietud
de los rincones.
Entregar la vida
juntos.
En la noche saber
encontrar tus ojos
a pesar de la
sombra;
conocer también
el espacio de la
mano y hallarlo.
sentir la piel,
apenas
con la evocación de
tu cuerpo,
sin la necesidad
del roce.
Es, tal vez por
estas cosas...
que no resisto
la forma vacía de
tu porción de lecho.
IX
Abrir el rostro
casi sincero
para otro día,
rozar las escaleras
rumbo a la calle,
a la lluvia tenue
sobre el abrigo,
sobre la sonrisa
la de los “buenos
días” dichos con
costumbre.
Dejar caer la
mañana sobre la tarde,
a la tarde sobre la
noche...
rozar las
escaleras, en penumbra
tenderse desnudo,
arropado con la
soledad del cuarto.
Cerrar el rostro, y
otra vez
como siempre
seguir en sueños
recordándote.
X
Me entregaste cosas
innecesarias
el amor, por
ejemplo.
Pero al menos me
entendiste
hallaste mi espera
y aquel inmenso
vacío
que portaba sobre
mi cuerpo
Después
partiste. Yo lo sabía
siempre presentí
las alas debajo
de tus hombros.
Vuelve cuando
quieras
recoge tu amor
y a éste hombre que
también
es tuyo
¡ah! ... se te
olvidó la piel
sobre la sábana.
XI
Sabía que
terminaría contándotelo
antes del final de
la noche.
A pesar de tu
silencio,
de la mirada fría
que pones
sobre mi rostro.
Además...
sé que te resulta
evidente mi tristeza.
Hasta aquí,
casi todo estaba
dicho
menos mi odio
que también cabe en
tu recuerdo.
XII
Realmente hay cosas
extrañas
Yo, por ejemplo.
Estoy aquí...
amándote
y no sé por qué.
Sin embargo,
cuando miro un poco
más allá
de tu olvido
te encuentro
amándome.
¡Ah! tú también
estas triste.
Realmente hay cosas
extrañas.
XIII
A pesar de todo,
siempre
cuando regreso de
ti,
deseo más de ti,
así sea otro poco
de olvido.
Derechos reservados © Carlos Castillo Quintero
I
Primero
Apenas una hebra de piel
que se estremece
ante la sensación
de roce,
de mirada
o de noche
compartida...
Dos cuerpos en la
calle
y el deseo que
llega
¡y atrapa!
Después
solamente la
necesidad
de pertenecernos,
de saber los
sabores
de cada cuerpo
cada señal...
roces de pieles,
manos aprehenden
manos...
Solamente
nuestra mirada
sosteniendo toda la
tierra.
II
Los sonidos se
recortaron sobre la noche
cayendo de tu boca
para forjar un muro
entre nuestros labios.
El instante
temeroso dejó caer las palabras
y sobre mis manos
y mis ojos, vi la
muerte correr
eco sonoro
de nuestro sueño
que terminó de un
solo tajo.
III
Tal vez nuestro
amor
No era más
que otro requisito
para el olvido.
Sin embargo,
aún siento la rosa
de hielo
que se deshizo en
nuestras manos.
IV
Seguramente
cuando comencé a
recordarte
aún no habías
partido.
Tal vez son cosas
de la tristeza.
Eso pienso
mientras te veo tejiendo
un poco más allá de
mi soledad.
V
Después de tu
partida
comencé a contar el
tiempo
en horas de
tristeza
y horas de sueño.
Es para decirte
que desde aquella
noche
ya no duermo.
VI
Mis pisadas que
rondan por la casa
no encuentran la
forma de tus huellas
y en silencio
regresan a la cama
rendidas de vacío.
VII
Estás ahí,
aquí dentro,
insistente
insistente.
VIII
Ocupar una
habitación entre dos,
hacer propios los
maltratos
de las paredes, la
quietud
de los rincones.
Entregar la vida
juntos.
En la noche saber
encontrar tus ojos
a pesar de la
sombra;
conocer también
el espacio de la
mano y hallarlo.
sentir la piel,
apenas
con la evocación de
tu cuerpo,
sin la necesidad
del roce.
Es, tal vez por
estas cosas...
que no resisto
la forma vacía de
tu porción de lecho.
IX
Abrir el rostro
casi sincero
para otro día,
rozar las escaleras
rumbo a la calle,
a la lluvia tenue
sobre el abrigo,
sobre la sonrisa
la de los “buenos
días” dichos con
costumbre.
Dejar caer la
mañana sobre la tarde,
a la tarde sobre la
noche...
rozar las
escaleras, en penumbra
tenderse desnudo,
arropado con la
soledad del cuarto.
Cerrar el rostro, y
otra vez
como siempre
seguir en sueños
recordándote.
X
Me entregaste cosas
innecesarias
el amor, por
ejemplo.
Pero al menos me
entendiste
hallaste mi espera
y aquel inmenso
vacío
que portaba sobre
mi cuerpo
Después
partiste. Yo lo sabía
siempre presentí
las alas debajo
de tus hombros.
Vuelve cuando
quieras
recoge tu amor
y a éste hombre que
también
es tuyo
¡ah! ... se te
olvidó la piel
sobre la sábana.
XI
Sabía que
terminaría contándotelo
antes del final de
la noche.
A pesar de tu
silencio,
de la mirada fría
que pones
sobre mi rostro.
Además...
sé que te resulta
evidente mi tristeza.
Hasta aquí,
casi todo estaba
dicho
menos mi odio
que también cabe en
tu recuerdo.
XII
Realmente hay cosas
extrañas
Yo, por ejemplo.
Estoy aquí...
amándote
y no sé por qué.
Sin embargo,
cuando miro un poco
más allá
de tu olvido
te encuentro
amándome.
¡Ah! tú también
estas triste.
Realmente hay cosas
extrañas.
XIII
A pesar de todo,
siempre
cuando regreso de
ti,
deseo más de ti,
así sea otro poco
de olvido.
Derechos reservados © Carlos Castillo Quintero
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